La tradición cuenta como Santo Domingo de la Calzada salía a las afueras del pequeño poblado que entonces era nuestra ciudad, y se internaba en el tupido bosque de encinas tocando un tamboril para llamar la atención de los peregrinos perdidos y desorientados que pudiera haber, y así  llevarlos a la seguridad  de su pequeño hospital y darles atenciones caritativas.

Desde el 1 al 12 de mayo al amanecer y al atardecer recorre las calles del casto histórico un tamborilero haciendo resonar su instrumento. Son para los calceatenses las entrañables Vueltas del Santo que dejan perplejos a los turistas, peregrinos y forasteros que se encuentran en su recorrido.

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